El Congreso respalda por unanimidad que los enfermeros puedan prescribir
Todos los grupos parlamentarios han respaldado hoy en el Pleno del Congreso la Proposición de Ley socialista que propone la participación de enfermeros y podólogos en la prescripción de determinados medicamentos.
La modificación de la Ley 29/2006 tiene como objetivo final "una mejora de la atención sanitaria" en nuestro país y dar respuesta a la demanda real de la sociedad, según la portavoz de sanidad socialista, Pilar Grande.
La dirigente socialista ha destacado que el marco sanitario no debe permanecer "estático" y es necesario un "desarrollo legal" de la realidad. Es "de justicia" corregir la actual situación de enfermeros y podólogos en su practica diaria y revisar el espacio que ocupan dentro de la profesión médica, ha señalado.
Respecto al nuevo papel clave en salud pública que, según Grande, desempeña la enfermería, han estado de acuerdo los representantes del BNG, IU, PNV, CiU y PP.
El diputado de IU, Gaspar Llamazares, ha respaldado esta iniciativa que pretende "convertir en legal lo que es real, lo que ya ocurre en la vida cotidiana en nuestro sistema sanitario público y, en particular, en la atención primaria".
Joseba Arrigaetxea, del PNV, ha apoyado la Proposición de Ley porque "es justa, adecuada y seguramente necesaria", y "pone fin a cierta hipocresía".
"Debe ser una medida prevista para lo que puede venir", pues "estamos jugando con el futuro de lo que puede ser la medicina", ha afirmado Arrigaetxea, para quien "los médicos no perderán ni un ápice lo que significa ser médico y tendrán la autoridad que la sociedad les ha concedido".
La portavoz de Sanidad de CiU, María Concepción Tarruelas, que ha reconocido estar "orgullosa de ser enfermera", ha dicho que la Proposición de Ley trata de "aplicar lo que se hace en el día a día".
Por parte del grupo popular, Mario Mingo ha destacado la necesidad de que todos los grupos políticos y los colectivos profesionales lleguen a un acuerdo, cosa que no ocurre ahora con los médicos.
Mingo se ha preguntado que si la nueva Proposición de Ley colma los derechos de los enfermeros y podólogos, por qué no se hace lo mismo, por ejemplo, con los de los fisioterapeutas.
Antes del debate en el Congreso, la Organización Médica Colegial (OMC) había pedido, a través de un comunicado, la retirada de la Proposición de Ley al considerar que el cambio legislativo conllevaría reformas en otras Leyes Básicas, como la de la Ordenación de las Profesiones Sanitarias, y ello"requiere del consenso del sector salud, previa eliminación de cualquier clima de confrontación".
miércoles, 29 de abril de 2009
Noticia 28 de abril de 2009
¿Una posible pandemia?
Uno sale a la calle, respira, y al respirar, un virus desconocido se introduce en nuestro cuerpo. Dos o tres días después inician dolores musculares y de cabeza, fatiga extrema y fiebre. Ya es demasiado tarde. La muerte es inminente. Esos mismos síntomas se repiten en más personas. De diez muertes se pasan a cien; de cien, a mil; de mil, a cientos de miles; de cientos de miles, a millones. La pandemia ha comenzado. Pasa de un país a otro. Las autoridades mundiales no saben cómo reaccionar porque el virus es desconocido y no se logra descifrar su actuar. No hay vacunas, no hay antivirales. El miedo estalla a nivel mundial. Imágenes insólitas: las calles de las ciudades más importantes del planeta lucen vacías, sin gente. En los hospitales de esas mismas urbes, la gente muere debido al virus; miles de médicos y enfermeras, por todo el mundo, han sido contagiados. El descontrol es mayúsculo. El miedo, incontrolable. Parece el guión de una película hollywoodense. ¿Esto es posible?, ¿acaso el brote de influenza en la ciudad de México es el inicio de una epidemia mundial?
La última gran pandemia fue hace casi una centuria. Entre los años 1918 y 1919. Se le conoció como “la gripe española” o la “gran pandemia de gripe”. Fue causada por el virus influenza tipo A, del subtipo H1N1 (una nueva cepa de este virus, según parece, afecta hoy a centenas de personas en la ciudad de México). La gripe española mató en el mundo (su potencial contagioso fue muy agresivo) entre 50 y 100 millones de personas (entre ellos, un gran poeta francés: Guillermo Apollinaire). ¿Acaso nos estamos adentrando en un escenario parecido al que provocó la gripe española?
Joëlle Stolz, corresponsal de Le Monde en México, inició su nota sobre el brote de influenza en la capital del país con estas palabras: “México se levantó, el viernes 24 de abril, con el sentimiento de entrar en una pesadilla: una de las más grandes ciudades del planeta, con un sistema sanitario inequitativo y mal preparado para urgencias masivas, ha sido golpeada por un virus desconocido, un mutante altamente contagioso y la mayoría de las veces mortal”. Sí, ese brote ha surgido en un país donde los sistemas de salud son pésimos y las medidas de emergencia deficientes. Las autoridades mexicanas, aunque actúan, niegan la magnitud de este nuevo virus.
Hasta ahora, en el país, la información sobre el virus es mucha, pero no hay una idea clara sobre cuáles son los caminos para controlarlo, cuál es su magnitud y la forma en cómo actúa. Esto se debe, en parte, a la opacidad característica de las actuales autoridades federales. Primero se mencionó que eran “casos habituales [de influenza] fuera de la temporada”, luego se argumentó que era un “brote”, más tarde se dijo que era una “epidemia”. Después se suspendieron las clases en el Distrito Federal y en el Estado de México, se cancelaron eventos culturales, deportivos y artísticos; se cerraron museos; se pidió a la población no acudir a lugares concurridos y se pidió tener fe en las autoridades. El miedo y la desesperación en la población crecieron raudamente (muchos medios de comunicación contribuyen en esto).
Mientras esto sucede en el país, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió emitir el sábado una alerta mundial por la posibilidad de que el “brote” de influenza en México se convierta rápidamente en una pandemia. Varios países han tomado ya precauciones (alertas, análisis e investigaciones de posibles casos de gripe porcina, llamados a tomar precauciones si se viaja a México, etcétera). Unos minutos antes de este anuncio de la OMS, Felipe Calderón declaró en Oaxaca que la situación estaba bajo control, que la influenza era curable y que el gobierno tenía las cantidades suficientes de antivirales. Cuando Calderón hacía estas declaraciones, algunos de los diarios más importantes del mundo colocaban como notas principales en sus portales de Internet información al respecto: Le Monde: “Gripe porcina: alerta mundial contra un nuevo virus”; Libération: “Alerta mundial por la gripe porcina”; El País: “La OMS alerta del ‘potencial endémico’ de la extraña gripe”, La Jornada: “Nuevo virus de influenza, con ‘potencial pandémico’: OMS”; The Washington Post: “Que la gripe porcina tiene ‘potencial pandémico’”; La Reppublica: “Fiebre porcina, crece la alarma; OMS: ‘la situación es seria’”.
Parecería que el gobierno de Felipe Calderón minimiza los riesgos de la epidemia que se propala a pasos agigantados. Argumenta que todo está bien, que hay que tomar las medidas precautorias necesarias, que se está luchando contra la propagación del virus; llama a la calma, a mucha calma. Pero, ¿cómo se puede creer este discurso si las autoridades federales han mostrado ineptitud e ineficacia en incontables ocasiones? Parece que el mundo, hoy, está preocupado por una posible propagación de la influenza, que puede convertirse en una verdadera pandemia (como la gripe española de principios de siglo XX). Aquí, en México, Calderón llama a la calma y afirma que se tiene el control y medicamentos “más que suficientes”. ¿A quién podemos creerle?
Uno sale a la calle, respira, y al respirar, un virus desconocido se introduce en nuestro cuerpo. Dos o tres días después inician dolores musculares y de cabeza, fatiga extrema y fiebre. Ya es demasiado tarde. La muerte es inminente. Esos mismos síntomas se repiten en más personas. De diez muertes se pasan a cien; de cien, a mil; de mil, a cientos de miles; de cientos de miles, a millones. La pandemia ha comenzado. Pasa de un país a otro. Las autoridades mundiales no saben cómo reaccionar porque el virus es desconocido y no se logra descifrar su actuar. No hay vacunas, no hay antivirales. El miedo estalla a nivel mundial. Imágenes insólitas: las calles de las ciudades más importantes del planeta lucen vacías, sin gente. En los hospitales de esas mismas urbes, la gente muere debido al virus; miles de médicos y enfermeras, por todo el mundo, han sido contagiados. El descontrol es mayúsculo. El miedo, incontrolable. Parece el guión de una película hollywoodense. ¿Esto es posible?, ¿acaso el brote de influenza en la ciudad de México es el inicio de una epidemia mundial?
La última gran pandemia fue hace casi una centuria. Entre los años 1918 y 1919. Se le conoció como “la gripe española” o la “gran pandemia de gripe”. Fue causada por el virus influenza tipo A, del subtipo H1N1 (una nueva cepa de este virus, según parece, afecta hoy a centenas de personas en la ciudad de México). La gripe española mató en el mundo (su potencial contagioso fue muy agresivo) entre 50 y 100 millones de personas (entre ellos, un gran poeta francés: Guillermo Apollinaire). ¿Acaso nos estamos adentrando en un escenario parecido al que provocó la gripe española?
Joëlle Stolz, corresponsal de Le Monde en México, inició su nota sobre el brote de influenza en la capital del país con estas palabras: “México se levantó, el viernes 24 de abril, con el sentimiento de entrar en una pesadilla: una de las más grandes ciudades del planeta, con un sistema sanitario inequitativo y mal preparado para urgencias masivas, ha sido golpeada por un virus desconocido, un mutante altamente contagioso y la mayoría de las veces mortal”. Sí, ese brote ha surgido en un país donde los sistemas de salud son pésimos y las medidas de emergencia deficientes. Las autoridades mexicanas, aunque actúan, niegan la magnitud de este nuevo virus.
Hasta ahora, en el país, la información sobre el virus es mucha, pero no hay una idea clara sobre cuáles son los caminos para controlarlo, cuál es su magnitud y la forma en cómo actúa. Esto se debe, en parte, a la opacidad característica de las actuales autoridades federales. Primero se mencionó que eran “casos habituales [de influenza] fuera de la temporada”, luego se argumentó que era un “brote”, más tarde se dijo que era una “epidemia”. Después se suspendieron las clases en el Distrito Federal y en el Estado de México, se cancelaron eventos culturales, deportivos y artísticos; se cerraron museos; se pidió a la población no acudir a lugares concurridos y se pidió tener fe en las autoridades. El miedo y la desesperación en la población crecieron raudamente (muchos medios de comunicación contribuyen en esto).
Mientras esto sucede en el país, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió emitir el sábado una alerta mundial por la posibilidad de que el “brote” de influenza en México se convierta rápidamente en una pandemia. Varios países han tomado ya precauciones (alertas, análisis e investigaciones de posibles casos de gripe porcina, llamados a tomar precauciones si se viaja a México, etcétera). Unos minutos antes de este anuncio de la OMS, Felipe Calderón declaró en Oaxaca que la situación estaba bajo control, que la influenza era curable y que el gobierno tenía las cantidades suficientes de antivirales. Cuando Calderón hacía estas declaraciones, algunos de los diarios más importantes del mundo colocaban como notas principales en sus portales de Internet información al respecto: Le Monde: “Gripe porcina: alerta mundial contra un nuevo virus”; Libération: “Alerta mundial por la gripe porcina”; El País: “La OMS alerta del ‘potencial endémico’ de la extraña gripe”, La Jornada: “Nuevo virus de influenza, con ‘potencial pandémico’: OMS”; The Washington Post: “Que la gripe porcina tiene ‘potencial pandémico’”; La Reppublica: “Fiebre porcina, crece la alarma; OMS: ‘la situación es seria’”.
Parecería que el gobierno de Felipe Calderón minimiza los riesgos de la epidemia que se propala a pasos agigantados. Argumenta que todo está bien, que hay que tomar las medidas precautorias necesarias, que se está luchando contra la propagación del virus; llama a la calma, a mucha calma. Pero, ¿cómo se puede creer este discurso si las autoridades federales han mostrado ineptitud e ineficacia en incontables ocasiones? Parece que el mundo, hoy, está preocupado por una posible propagación de la influenza, que puede convertirse en una verdadera pandemia (como la gripe española de principios de siglo XX). Aquí, en México, Calderón llama a la calma y afirma que se tiene el control y medicamentos “más que suficientes”. ¿A quién podemos creerle?
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