Contrato de un año, 1.200 euros al mes y la casa gratis... pero en Alemania. Cada vez más enfermeras abandonan el país por la falta de empleo. Fuera se valora su excelente formación.
Cuando la británica Florence Nightingale se desvivía atendiendo a la multitud de heridos en la Guerra de Crimea, allá por 1853, se torturaba pensando en la falta que le hacían enfermeras debidamente
formadas. Se precisaban muchas y muy instruidas, y Nightingale carecía
de ellas. No hubiera imaginado esta pionera que siglo y medio después,
en 2012, en España, al otro extremo de Europa, el problema se plantearía
a la inversa: hay muchos y muy cualificados profesionales de la enfermería, pero no hay trabajo para ellos.
Hoy, doce de mayo, se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Enfermería,
en memoria de Florence Nightingale, que nació también un doce de mayo y
a la que se considera la madre de la enfermería profesional moderna. En
España, sin embargo, los profesionales de este colectivo imprescindible
no pasan por su mejor momento, especialmente los más jóvenes, abocados
en la mayoría de los casos a marchar al extranjero en busca de un empleo
que su país no les ofrece. Desde el Sindicato de Enfermería Satse, un portavoz asegura que «la gente está desesperada».
María
José Marí, de 27 años, valenciana, es un ejemplo de este fenómeno. Para
cuando se publiquen estas líneas, estará ya en Düsseldorf, dispuesta a
empezar con su nuevo trabajo. Después de perder los tres empleos que
tenía en Baleares –sí, han leído bien, tres- se pasó meses echando
currículum por toda España. «Al final, empecé a buscar también trabajo
en el extranjero y a través del Colegio de Enfermería de Tenerife me salió una oportunidad en Alemania»,
cuenta por teléfono poco antes de partir. La enviaron a Barcelona a
hacer un curso intensivo de dos semanas de alemán. Le ofrecen un
contrato de un año, cobrando 1.200 euros mensuales y un alojamiento
gratuito. «Es muy duro, dejar tu tierra y tu gente; ahora tengo que
desmontar mi vida, pero…», dice.
La
historia de esta joven abocada al exilio no es excepcional. En Satse
recuerdan que la de enfermero era hasta hace bien poco una profesión sin
paro y que «ahora hay gente que lleva un año y medio o dos buscando
trabajo». Sara Gasco, secretaria general del Colegio de Enfermería de Madrid,
cuenta que ahora, con la crisis, no hay ni siquiera suplencias y la
oferta de empleo es casi inexistente. María José Marí lo expresa de
manera más contundente: «En España las cosas están muertas».
«En España las cosas están muertas», dice una joven enfermera
¿Volverán?
Según los datos que maneja el Colegio de Madrid, Reino Unido y Francia son
los destinos más frecuentes para los profesionales que emigran.
Alemania, adonde se marcha María José Marí, descuella ahora como otro de
los países que demanda enfermeros españoles. También Estados Unidos,
que se está beneficiando de que en Reino Unido el mercado empieza a
saturarse. Según Sara Gasco, hasta ahora los que se marchaban estaban al
menos un año fuera: «Lo más frecuente es que estén dos o tres años y
después regresen». Pero eso era antes de la crisis, una crisis duradera y
que golpea ya a un gremio hasta hace poco tenido por inmune. Nadie se
atreve a aventurar que los que se marchan, como María José, vayan a
tener en el futuro una oportunidad para regresar. El presente está fuera
de España. El futuro es incierto.