Los trabajadores del servicio de urgencias del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO) salieron ayer a la calle en masa. Y los que no estuvieron allí, estaban trabajando. Denuncian una saturación “constante, indigna e insostenible” del servicio durante los dos últimos meses. Enfermeros y médicos critican que la gerente del área sanitaria integrada, Eloína Núñez, está aplicando un criterio “economicista y propagandístico” que provoca el hacimiento de decenas de pacientes en pasillos y salas de espera mientras hay un centenar de camas libres en todo el complejo hospitalario.
La dirección ha impuesto un nuevo sistema de gestión que está provocando que los usuarios del servicio permanezcan en preingreso períodos de entre 48 y 72 horas. Tras estar dos días en espera, se decide su ingreso en el centro o su derivación a domicilio. Y mientras esperan en urgencias, el centro ahorra en partidas económicas como hostelería o agua, ya que las personas instaladas en camillas amontonadas en pasillos o salas de espera no reciben la misma comida y no tienen cuarto de baño privado. Los trabajadores manifiestan que muchos de los casos que son derivados a casa vuelven a los dos días más graves. Algún enfermo que entró por su propio pie el hospital y que fue derivado a su domicilio tras horas de espera, regresó a los cuatro días y acabó siendo ingresado en la UCI.
La orden implantada por la gerencia creó una figura conocida como “médicos ingresadores” que deciden quién espera, quién pasa a planta o quién vuelve a su casa. Las consecuencias fueron inmediatas y las observaciones en urgencias se multiplicaron por tres. Desde entonces acogen una media de 40 pacientes en espera que en su mayoría deberían ocupar una habitación. Ayer se podían contabilizar hasta seis pacientes en los pasillos y otros 15 en dos salas —la de observación y la de tránsito— que permanecían allí desde el día anterior.
Los responsables del hospital reconocen que el domingo por la noche contaban con 56 camas libres, cifra que se incrementaba hasta 93 el sábado. Con decenas de camas libres, el pasado día 6 se contabilizaron 38 pacientes en observación, en la sala de camillas “para espera de resultados” y en los boxes de atención urgente. El día 11 la situación se agravó y la cifra se elevó a 40 pacientes a primera hora de la mañana, con un solo box disponible para atención urgente. En los 16 restantes había ingresos camuflados como urgencias. Tres días más tarde, la saturación se repitió. El pasado verano la gerencia decidió eliminar seis camas del servicio de observación para poner en su lugar 14 camillas “para espera de resultados”. Durante la noche, y si se colapsan, los pacientes de ese espacio son movilizados a otras zonas del centro, pero no a habitaciones.
martes, 24 de enero de 2012
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