lunes, 14 de mayo de 2012

Las enfermeras que España no quiere

Contrato de un año, 1.200 euros al mes y la casa gratis... pero en Alemania. Cada vez más enfermeras abandonan el país por la falta de empleo. Fuera se valora su excelente formación. 

Cuando la británica Florence Nightingale se desvivía atendiendo a la multitud de heridos en la Guerra de Crimea, allá por 1853, se torturaba pensando en la falta que le hacían enfermeras debidamente formadas. Se precisaban muchas y muy instruidas, y Nightingale carecía de ellas. No hubiera imaginado esta pionera que siglo y medio después, en 2012, en España, al otro extremo de Europa, el problema se plantearía a la inversa: hay muchos y muy cualificados profesionales de la enfermería, pero no hay trabajo para ellos.
Hoy, doce de mayo, se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Enfermería, en memoria de Florence Nightingale, que nació también un doce de mayo y a la que se considera la madre de la enfermería profesional moderna. En España, sin embargo, los profesionales de este colectivo imprescindible no pasan por su mejor momento, especialmente los más jóvenes, abocados en la mayoría de los casos a marchar al extranjero en busca de un empleo que su país no les ofrece. Desde el Sindicato de Enfermería Satse, un portavoz asegura que «la gente está desesperada».
María José Marí, de 27 años, valenciana, es un ejemplo de este fenómeno. Para cuando se publiquen estas líneas, estará ya en Düsseldorf, dispuesta a empezar con su nuevo trabajo. Después de perder los tres empleos que tenía en Baleares –sí, han leído bien, tres- se pasó meses echando currículum por toda España. «Al final, empecé a buscar también trabajo en el extranjero y a través del Colegio de Enfermería de Tenerife me salió una oportunidad en Alemania», cuenta por teléfono poco antes de partir. La enviaron a Barcelona a hacer un curso intensivo de dos semanas de alemán. Le ofrecen un contrato de un año, cobrando 1.200 euros mensuales y un alojamiento gratuito. «Es muy duro, dejar tu tierra y tu gente; ahora tengo que desmontar mi vida, pero…», dice.
La historia de esta joven abocada al exilio no es excepcional. En Satse recuerdan que la de enfermero era hasta hace bien poco una profesión sin paro y que «ahora hay gente que lleva un año y medio o dos buscando trabajo». Sara Gasco, secretaria general del Colegio de Enfermería de Madrid, cuenta que ahora, con la crisis, no hay ni siquiera suplencias y la oferta de empleo es casi inexistente. María José Marí lo expresa de manera más contundente: «En España las cosas están muertas».
Lo dramático, señalan en Satse, es que «aquí hacen falta enfermeros». Aunque los profesionales aseguran que aquí se los necesita, son otros países los que están empezando aprovecharse de un capital humano al que en España no se encuentra el modo de dar uso. En su país no encuentran trabajo, pero las enfermeras y enfermeros españoles son especialmente valorados en el extranjero por su excelente formación, tan completa como diversificada. En palabras de Gasco, «en el extranjero sorprende que las enfermeras españolas están especializadas en muchas labores; una enfermera española lo mismo atiene una neonatología que una intervención quirúrgica, porque estamos preparadas para ello».

¿Volverán?

Según los datos que maneja el Colegio de Madrid, Reino Unido y Francia son los destinos más frecuentes para los profesionales que emigran. Alemania, adonde se marcha María José Marí, descuella ahora como otro de los países que demanda enfermeros españoles. También Estados Unidos, que se está beneficiando de que en Reino Unido el mercado empieza a saturarse. Según Sara Gasco, hasta ahora los que se marchaban estaban al menos un año fuera: «Lo más frecuente es que estén dos o tres años y después regresen». Pero eso era antes de la crisis, una crisis duradera y que golpea ya a un gremio hasta hace poco tenido por inmune. Nadie se atreve a aventurar que los que se marchan, como María José, vayan a tener en el futuro una oportunidad para regresar. El presente está fuera de España. El futuro es incierto. 

 

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