Si algo es realmente falso, es que recortar en gasto sanitario representa
un ahorro. Falso, siempre que no se den circunstancias adicionales que
pocas veces son tenidas en cuenta. Mirar a Estados Unidos nos puede
aportar algo de luz.
En 1973, se promulgó la Ley que daba
comienzo al llamado "managed care" o cuidado gestionado. Estas técnicas,
que en teoría conseguirían mejorar la calidad, a menor coste, han
fracasado. Incentivos financieros a los médicos para mejorar su
eficiencia o restricciones en la utilización de medicamentos a listas
acotadas, sólo representan un aplazamiento del gasto hacia situaciones
futuras, aún más costosas; dado que muchos de los enfermos acaban más
tarde siendo victimas de complicaciones más invalidantes o mortales. Y
ello, sin olvidar a otra de las grandes trampas americanas: las
ineficiencias sociales vinculadas a alguna persona desprotegida,
contagiando tuberculosis a la puerta de una escuela. La resultante es
que sus indicadores globales de Salud, están al nivel de muchos países
en desarrollo. Desde hace algunos años, los más brillantes pensadores de
Harvard trabajan sobre la paradoja americana: Mayor gasto, menor salud.
Entonces, ¿se puede tener mejor salud gastando menos? Si y No.
Veamos.
Como dice Porter, en cualquier ámbito, mejorar el desempeño y la
rendición de cuentas depende de tener un objetivo común que una los
intereses y actividades de todas las partes interesadas. En la atención
sanitaria, sin embargo, los actores tienen objetivos múltiples, a menudo
en conflicto. El gerente de un hospital está satisfecho de tener muy
buen servicio de cirugía al tratar el cáncer de mama… pero si el nódulo
no fue detectado a tiempo, el resultado final para la salud de la mujer
es nefasto; igual, si se detectó a tiempo en primaria, pero las lista de
espera retrasa la intervención.
La reducción de costes, sin
tener en cuenta los resultados individuales obtenidos, es peligroso y
contraproducente, dando lugar a falsos "ahorros" que limitan
potencialmente, la asistencia efectiva. Es decir, gastamos mucho en
prestaciones sanitarias, en servicios… no en salud. El valor real de la
salud individual generada, resulta de dividir los resultados concretos,
entre los costes totales para el ciclo completo de atención. En la
mayoría de los sistemas sanitarios la preocupación de los gobernantes se
centra antes en hacer muchas cosas, que en conseguir resultados
individuales adecuados; sin olvidar la yatrogenia. A veces, habrá que
gastar más en una etapa, para ahorrar en la siguiente. Sólo ligando los
costes a resultados individuales se podría hacer sostenible el sistema.
Si se restringen gastos, sin incorporar racionalidad integral, se
generará un efecto boomerang catastrófico; aunque ya sabemos el apego de
nuestros políticos al cortoplacismo.
Julio Lorca es presidente de la Fundación para la eSalud-Fesalud.
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lunes, 18 de junio de 2012
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