miércoles, 11 de julio de 2012

Seis meses de cárcel para la enfermera que causó por error la muerte de Rayan

La enfermera que cometió el error médico que provocó el fallecimiento el 12 de julio de 2009 de Rayan, el bebé prematuro cuya madre, Dalilah Mimuni, fue la primera víctima mortal en España de la gripe A, ha sido condenada a seis meses de prisión, según la sentencia.
Tras el juicio celebrado el pasado 29 de febrero en el Juzgado de lo Penal número 30 de Madrid, la sentencia ha considerado que la enfermera es autora de un delito de homicidio por imprudencia grave y le ha impuesto además una pena de inhabilitación especial para el ejercicio de su profesión durante un año y seis meses.
Rayan falleció en la unidad de neonatología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid horas después de que la enfermera le suministrara "nutrición enteral" -leche- por vía periférica cuando la alimentación que debía haberle dado era por sonda nasogástrica.
El tribunal ha considerado "evidente" que la acusada "omitió toda diligencia y las más elementales normas de cautela y precaución para evitar un mortal resultado". La pena ha sido inferior a la solicitada por la Fiscalía, que en el juicio la elevó a dos años de prisión y a cinco años de inhabilitación para ejercer la profesión de enfermera, mientras que la defensa pidió la libre absolución.

Inyectó leche en el torrente sanguíneo

La sentencia considera probado que sobre las 15.15 horas del 12 de julio de 2009 la enfermera, siguiendo instrucciones de la supervisora de Enfermería, se presentó en la UCI del servicio de Neonatología para familiarizarse con ella y realizar "una labor de aprendizaje, sin atribución de funciones concretas".
Hasta las 21.00 horas, sigue el relato, la jornada transcurrió sin incidencias pero en ese momento se interrumpió la actividad ordinaria porque al menos una enfermera y una auxiliar tuvieron que atender a otro bebé de la misma sala. La procesada, "viendo que sus compañeras estaban ocupadas, decidió prestarles ayuda (...), cogió una jeringuilla con un fluido blanquecino destinada a Rayan y la conectó a través de la bomba de infusión a una vía periférica, dando por sentado que la solución contenía lípidos".
La enfermera llevó a cabo su acción "sin hacer otras comprobaciones o preguntar al resto del personal presente en la sala, pese a que el tubo en cuestión no tenía ninguna pegatina" y a que ya se habían proporcionado dichos lípidos esa tarde.
"La leche entró en el torrente sanguíneo de Rayan, que sufrió una trombosis masiva que desembocó en un fallo multisistémico y determinó su fallecimiento a las 11.30 horas del día siguiente", asegura la sentencia. El padre del bebé y viudo de Dalilah renunció en su día a toda indemnización "por haber sido resarcido a su satisfacción", según recuerda la sentencia.

Negligencia reconocida

La juez destaca que el fatal error se hubiera evitado con "una simple comprobación", bien directamente por la propia acusada examinando la jeringa, o recabando información de sus compañeras. "Esa falta de cuidado y previsión" es la causa "del luctuoso y fatal resultado, producto de la notoria negligencia e inexcusable descuido", según la juez.
Respecto al razonamiento de la defensa de la enfermera, que alegaba que fue el Gregorio Marañón el que "omitió las cautelas más elementales" y que incluso tras el suceso hizo que los dispositivos se identificaran por colores, la sentencia explica que si en esa fecha los colores de las vías eran iguales, "evidentemente habría que acudir a otros mecanismos para cerciorarse de que se había hecho lo correcto".
Las mejoras técnicas y materiales "facilitan la labor al personal" sanitario, pero "no transforman la naturaleza de la imprudencia previa", dice la sentencia. Durante el juicio, la acusada reconoció su error y que confundió el compuesto láctico con los lípidos, aunque se justificó diciendo que el resto del personal estaba ocupado, adujo desconocimiento de la UCI y del paciente y se amparó en su inexperiencia.
La muerte de Rayan ocasionó en el verano de 2009 un gran impacto mediático ya que se produjo 13 días después de la de su madre, primera víctima de la gripe A en España, y a quien se le realizó una cesárea tras la que nació el bebé, que no estaba contagiado por el virus.


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